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martes, 6 de octubre de 2009

En aquella época, en la primer mitad de los años veinte, el burocratismo aún no había penetrado en la ciencia. Las personas se valoraban por sus hechos, el científico por su trabajo, el estudiante por su manera de comprender y por las cosas de que era capaz. Era una época paradisíaca en la que todo iban desnudos, sin taparse con diplomas y títulos.

Danil Granin

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