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miércoles, 31 de marzo de 2010

Sólo podemos comprender aquello que tiene sus larvas en nuestra conciencia, y que va con nosotros desde que nacemos hasa que morimos. A veces la música de una palabra logra despertar estas larvas, y otra las hace remover, y otra les da alas, pero jamás aprendemos nada. Todo se halla desde siempre en nosotros, y lo único que conseguimos es ingnorarnos menos.

Valle-Inclán

martes, 30 de marzo de 2010

El hombre que consigue romper alguna vez la cárcel de los sentidos, reviste las palabras de un nuevo significado como de una túnica de luz.

Valle-Inclán

lunes, 29 de marzo de 2010

Las palabras son siempre una creación de multitudes. Alumbran en la hora que se hacen necesarias como verbos de amor y comunión entre los hombres.

Valle-Inclán

domingo, 28 de marzo de 2010

El poeta combina las formas, las ensambla, y con elementos conocidos inventa también un linaje de monstruos: El suyo. Logra así despertar emociones dormidas, pero crearlas, nunca. Lo que no está en nosotros larvado o consciente, jamás nos lo darán palabras ajenas.

Valle-Inclán

sábado, 27 de marzo de 2010

Al hojear el viejo libro, yo recordaba cómo en ningún día del mundo pudo el hombre deducir de su mente una sola forma que antes no estuviese en sus ojos.

Valle-Inclán

viernes, 26 de marzo de 2010

Acaso el don profético no sea la visión de lo venidero, sino una más perfecta visión que del momento fugaz de nuestra vida consigue el alma quebrantando sus lazos con la carne.

Valle-Inclán

jueves, 25 de marzo de 2010

El poeta, como el místico, ha de tener percepciones más allá del límite que marcan los sentidos, para entrever en la ficción del momento, y en el aparente rodar de las horas, la responsabilidad eterna.

Valle-Inclán

miércoles, 24 de marzo de 2010

Este momento efímero de nuestra vida contiene todo el pasado y todo el porvenir. Somos la eternidad, pero los sentidos nos dan una falsa ilusión de nosotros mismos y de las cosas del mundo.

Valle-Inclán

martes, 23 de marzo de 2010

Más alcanza quien más olvida, porque aprende a gozar la belleza del mundo intuitivamente, y a comprender sin forma de concepto, ni figura de cábala, ni de retórica.

Valle-Inclán