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lunes, 16 de noviembre de 2009

Sus fracasos no serían casuales sino intencionados. Comprendían claramente que era imposible poner en manos de Hitler un arma tan terrible. Aparentaban trabajar en su preparación, enmarañaban la cosa, aprovechaban hábilmente sus privilegios para librar del ejército a científicos de talento, salvaban la física alemana. No pusieron la ciencia al servicio de la guerra. "La guerra al servicio de la ciencia alemana!", ésta era su secreta consigna.

Danil Granin

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