Nuestro coloquio se organizó de la misma manera como suelo hacerlo con todos los míos: en cada reunión se nombraba un "provocador". Su tarea era provocar la discusión. De forma breve, casi aforística y necesariamente con humor, formulaba un problema que fuera lo más agudo posible, pero de ninguna manera serio.
Koliusha
0 comentarios:
Publicar un comentario